Jornadas XXX y XXXI:
La soledad de las parejas.
Para la disección de
un cuerpo se precisa un bisturí afilado y una mano con buen pulso. Para la
disección de un carácter o de una relación, son el filo y el pulso de la mente
los que trabajan y en esto Dorothy Parker fue realmente buena. La mordacidad
que despliega en sus cuentos es lo bastante aguda para poner en evidencia lo que
hay de absurdo en la gente, rozando a veces la parodia sin llegar a caer en la
caricatura. Por sus escenarios burgueses y urbanitas, dibujados con escasos y
finos trazos, personajes que parecen corrientes se detienen para que la señora
Parker los desnude y nos los muestre sin tapujos, revelándonos de paso facetas
que, a veces nos damos cuenta, forman parte de nosotros mismos. Ese sentido del
humor tan cáustico, a veces feroz, le sirve para envolver el patetismo del alma
humana y consigue despertar, al mismo tiempo, la sonrisa maliciosa y una
especie de sensación piadosa, incluso de identificación, con el trasfondo
trágico detrás de cada historia.
“La soledad de las
parejas” es una de las selecciones de cuentos de Dorothy Parker que publicó
Ediciones B hace veinte años y su título, aunque no se corresponde con ninguno
de los relatos, refleja la atmósfera que rodea las relaciones que aparecen en
ellos (no sólo las de pareja, por otro lado). En estos veinte años he releído
en varias ocasiones estos cuentos (además de los de “Una dama neoyorquina”, la
otra selección que se editó entonces) y quizá por eso me vinieron a la cabeza
hace poco, tras presenciar una escena protagonizada por una pareja, más bien
dos. Pensé en la ambivalencia de la conjunción de palabras de este título, en
que las parejas embelesadas están solas con respecto a los demás mientras las
parejas que no se avienen son dos soledades enfrentadas, y en lo fácil que es
caer de uno a otro lado.
LOS SEXOS.
Chico, chica; flirteo
y jugueteo. Aún se está fraguando algo pero pudiera no llegar a nada,
probablemente no llegue a nada, o quizá solo al desastre. Con la agilidad de un
guión o de una viñeta, la escena fluye en un rápido diálogo. Solo al principio
un primer párrafo narrativo, como una acotación dramática, nos sitúa en el
planteamiento de la acción. A partir de ahí, él y ella hablan, se replican,
discuten, se disculpan, fingen, se burlan, intentan seducirse, rechazarse,
llevarse a la cama. Seguramente luego volverán a empezar.
Microteatro de cinco
minutos: sagaz análisis de lo superficial, acerado aun en su sencillez. Un
pedacito de realidad que no pasa de moda.
UNA LLAMADA
TELEFÓNICA.
Pasamos al monólogo,
humorístico por el tono paródico pero conmovedor en el fondo. El momento es reconocible:
una mujer espera la llamada de un hombre, esa llamada que no llega por mucho
que se desea, y se desespera, y se reza. No sabemos quién es pero sí cómo es, la
reconocemos enseguida, la oímos respirar y casi sollozar. Oímos su voz a veces
entrecortada, ahora acelerada, luego suplicante. Sentimos los silencios que
rellena para no pensar en el vacío. El silencio del teléfono que no suena. El
tic-tac del reloj que pasa. Y sabemos que cuando caiga el telón, aunque pasemos
página, allí seguirá ella, dando vueltas a la angustia de esa falta de
respuesta.
“Es algo demasiado
trivial”; ya lo dice ella. Pero es esa trivialidad cotidiana que nos
desasosiega a nuestro pesar.
“La
soledad de las parejas”, Dorothy Parker.
Ediciones B, 1995. Traducción
de Carmen Franci y Jordi Fibla.
Tiene muy buena pinta. Seguro que se lee en un rato. :)
ResponderEliminarTiene muy buena pinta. Seguro que se lee en un rato. :)
ResponderEliminarMe encanta Dorothy Parker, su ironía, su agudeza. Y ese oído infalible para los diálogos y los monólogos. Estupenda.
ResponderEliminarMe leí este libro hace ya unos cuantos años pero recuerdo el relato de la espera a la llamada telefónica, un clásico. Da igual que estés esperando un correo electrónico, un whatsapp, una carta... los tiempos cambian y la espera de "¿pero por qué no me haces caso, copón?" sigue.
ResponderEliminarYa sabes que me has hecho correr a anotarla, ¿verdad? Con tu análisis, era imposible resistirme. Abrazos.
ResponderEliminarJuliet: Qué te voy a decir yo, después de tantas relecturas...
ResponderEliminarElena: Ese oído es el que le proporciona tanta naturalidad y frescura, sí, y me encanta lo filosa que es.
Esti: Sí que es un clásico, como "Una rubia imponente". De esos que no se pueden dejar pasar. Igual que es un clásico esperar esa contestación que no llega.
Marisa: Creo, espero, que no vas a arrepentirte. Es muy buena.
Besos y gracias por pasaros ;-)