El escenario es escueto: dos mesas y cuatro sillas en una
esquina de la terraza de un restaurante. Apenas amortiguado por la sombra, el
calor espesa el aire comprendido entre los paneles y el toldo que delimitan el
espacio. Es de esos días en los que estar en la calle parece un acto de
temeridad.
La primera pareja lleva un rato allí. Son jóvenes y rubios, con
aire vagamente sajón, y se miran de tanto en tanto con la complicidad de los
niños que juegan. Entre ambos, una botella de vino rosado se refresca en un
cubo con hielos. Se intercambian pocas palabras y, cuando lo hacen, es en voz
baja. Las manos que se buscan por encima de la mesa y los pies que se tantean
por debajo dicen mucho más. Comparten los platos, saborean cada bocado, siguen
mirándose como si les faltara el tiempo.
En la otra mesa, el contrapunto. Treinta y tantos, morenos,
delgados. Primero llegó ella, que sacó el móvil en cuanto se sentó y empezó a
teclear como sin ganas. Luego apareció él, en la mano un libro que abrió
después de acomodarse en la silla. Ella juega, él lee. Cada uno pide lo suyo,
evitando cruzarse las miradas, las palabras, hurtándose cualquier clase de
contacto. El camarero trae las bebidas y el da un sorbo a su cerveza sin
levantar la vista del libro. Cuando llega la comida, ella apenas toca la
ensalada pero desliza el tenedor vacío por el plato, chirriante.
La pareja más joven termina antes, aunque se demora en un
pequeño brindis y el roce de un beso. Piden la cuenta con una sonrisa, se
marchan cogidos de la mano bajo el picante sol de la sobremesa.
Tengo que irme antes de que acaben los otros y me pregunto
si pagarán la cuenta por separado. Los imagino levantarse y echar a andar con
un espacio entre ambos cada vez más ancho, ese silencio inmenso previo a la
fractura y el desmoronamiento.
Dos parejas y dos polos opuestos, unos en pleno enamoramiento mientras en los otros se apaga el fuego. Así es la vida, idas y venidas.
ResponderEliminarBesitos
Este plato tan roto como la segunda pareja. ¿Será por el móvil, por el libro o por lo todo lo demás? Besos
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarMe ha encantado.
ResponderEliminarGenial forma de contar el desencanto, el aburrimiento, la ilusión, las cosquillas, ;D. Abrazos.
ResponderEliminar¡¡¡¡¡¡Qué bonito escribes!!!!!!!
ResponderEliminarBesos
Marga: Así es. Todo pasa y, si no se cuida, se desvanece. Y se hacen heridas que ni siquiera se dejan cicatrizar.
ResponderEliminarAgniezska: Me lo pregunté, por supuesto. La sensación era de que el móvil y el libro eran sus escudos para no chocar, una negación de la comunicación.
Ana, Jane: Gracias, aunque me he limitado a transmitir lo que vi.
Marisa: La vida se cuenta por si misma; yo sólo observo.
Cristina: Describo lo que veo, nada más.
Besos y gracias por vuestra visita.
Genial, me gustó mucho.
ResponderEliminarGracias, Tawny :)
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