Septiembre ha sido un mes marcado por la brevedad, sobre
todo en lo relacionado con las lecturas. Aquejada en parte, todavía, por una
especie de virus de concentración errática, he saltado de relato en relato,
entre cuentos, nouvelles y algunos breves ensayos. Nada grave, menos aún
teniendo en cuenta lo que disfruto con las piezas cortas. Y todas ellas, tres
relecturas incluidas, eran perfectas para disfrutar.
ALLEGRO MA NON TROPPO. Carlo M. Cipolla
Este librito de poco más de cien páginas contiene dos
ensayos y una reflexión sobre el sentido del humor que nunca me cansaré de
recomendar (ni de volver a leer). La reflexión es, en realidad, el prólogo: una
introducción explicativa al contenido en la que expresa su visión sobre la
ironía y el humorismo con una concisión esclarecedora.
En El papel de las
especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad
Media, une su bagaje como historiador económico a su capacidad para la
ironía para mostrarnos una versión del Medievo tan documentada como original y,
a veces, cómica. Los argumentos que explican la importancia de la pimienta en
acontecimientos como, por ejemplo, las Cruzadas no solo parecen lógicos sino
que, además, despiertan la sonrisa. Aquí la historia medieval no tiene tintes
románticos, si se convierte en árida: resulta de lo más divertida.
Las leyes fundamentales
de la estupidez humana va un paso más allá. El propio Cipolla se refiere a
ella como «una aguda
invención» pero esto
la deja al nivel de una simple boutade,
cosa que no es en realidad. En cuanto a invención, puede ser ingeniosa, cínica
e hilarante, pero esa agudeza es la expresión de un pensamiento inteligente que
pone palabras a una realidad insoslayable: la dañina existencia de los
estúpidos. Es una de esas lecturas que conviene repetir de tanto en tanto, en
parte para entender cómo se ha llegado a algunas cotas, también para tomárselo
con un cierto sentido del humor que nos ayude a superarlo. Pero, cuidado,
lector: bien pudiera ser que, al leerlo, te encuentres reflejado y te
sorprendas.
Para maridar con:
mentes abiertas, curiosas, indagadoras y, sobre todo, capaces de reírse de uno
mismo.
UNA PASIÓN PARECIDA AL MIEDO. Mary Ann Clark Bremer
Tercero de los cuadernos que componen los diarios de Clark
Bremer, otro de sus paseos por un recuerdo que conjuga lo distante y lo vívido,
continúa con esa historia personal que ya fuera trazando con esos rasgos
escuetos, a veces deslavazados, de un efecto casi impresionista. Aquí, un
encuentro entre dos seres que acumulan pérdidas, perdidos ellos mismos, nos
deja a un trasunto de Sherezade que cuenta, a lo largo de varias noches frías,
otras pequeñas historias sobre las que bascula su propia relación.
La soledad, el miedo, el amor, la capacidad para rehacerse y
continuar y, sobre todo, la memoria que es a la vez un regalo y un castigo, que
en ocasiones nos trae algo que preferiríamos relegar a un lado y no volverlo a
mirar, salvo para hacer las paces con ello y con nosotros mismos.
Para maridar con: exploradores
del recuerdo y de lo pequeño que se hace elástico.
EL CASTILLO DE RACKRENT. Maria Edgeworth
Una novela corta que reúna una saga familiar manifiesta,
como poco, una gran capacidad para la síntesis. Pero además de sintética, esta
narración es sumamente irónica. El castillo de Rackrent al que se refiere el
título sirve de articulación a una serie de personajes que representan la
relación de los nobles irlandeses (que tenían más de ingleses, al menos en sus
hábitos) con sus tierras y sus gentes.
La combinación de un realismo casi naturalista con un humorismo
de fondo ácido da como resultado una historia ágil, a pesar de la profusión de
personajes y acciones condensados en poco más de un centenar de páginas. Tan
ágil como la mente de ese narrador de apariencia bonachona que, con sus
retratos como dardos, acaba por poner en evidencia a todos los que le rodean.
Para maridar con:
amantes de los clásicos y de pasar un rato ameno.
LA VOZ DE LA CIUDAD. O. Henry
Esta colección de relatos no tiene edad: la Nueva York en la
que ocurre podría ser perfectamente actual, aunque se remonta a cien años
atrás. Porque la gente no cambia tanto, las ambiciones, los miedos, las formas
de amar o de no hacerlo… Nada cambia excepto los tiempos, su discurrir
perecedero.
Empecé solo con un cuento, pero no pude evitar volver a
leerlo por entero. Humorísticos, críticos, dramáticos. Seducen, sorprenden, atrapan.
Ese “Regalo de Reyes” inolvidable, el encanto de “La voz de la ciudad” que le
da título, el aliento trágico de “La habitación amueblada”… Pequeños tesoros
que salvaguardar.
Para maridar con:
quienes aprecien los bocados agridulces, de esos que llenan la boca.
JEFE DE ESTACIÓN FALLMERAYER. Joseph Roth
Cuando el mundo exterior, con su realidad palpitante,
irrumpe en la más alienante rutina, no sólo las costumbres sino el mundo
interior se trastocan y, a veces, se desmoronan. Este podría ser el tema
central de esta pequeña y fascinante obra de Joseph Roth.
Un hombre de existencia calculada y anodina que ve esta
quebrada por un accidente y la llegada de una enigmática mujer. Sin alardes,
con una sencillez arrebatadora, la historia recorre por caminos a veces
previsibles pero cuidadosos, definidos, exactos como jardines palaciegos.
Para maridar con: degustadores
de historias atemporales y golosos de los sabores plenos.
PARADERO DESCONOCIDO. Kressmann Taylor
Es un relato, es un conjunto de cartas, es un testimonio, es
una llamada, es una crítica… Es, más que nada, una formidable narración sobre
la llegada y auge del nazismo y el carisma de un Hitler que arrastraba a la
gente, y sobre las terribles consecuencias de aquello. Contado con una fuerza
expresiva basada en una correspondencia que tiene la urgencia de la inmediatez
y el asombro de la distancia. Es dura y brillante como el cuarzo, con un lado
cortante, casi mordaz.
Lecturas como esta demuestran que no son necesarios enormes
volúmenes e incontables páginas para hacer viva una historia, ni siquiera para
darle contexto, atmósfera o intencionalidad. Solamente se requiere contarla de
la manera adecuada, esa con la que llegará a su destino con la velocidad de lo
exacto. Como la luz.
Para maridar con:
lectores de distancias cortas y sentidos largos, gourmets de la concisión que, probablemente, como yo, recaerán.
TODOS SENTADOS EN EL SUELO. Connie Willis
Si alguien cree que la ciencia ficción está reñida con el
sentido del humor es que no conoce (entre otros) a Connie Willis. Por ejemplo,
esta narración que podría definirse como “comedia con extraterrestres”. Y no es
que los extraterrestres en cuestión sean un pretexto (aunque podrían
parecerlo), dado que se sirve de ellos para evidenciar una serie de
comportamientos. Pero el ritmo, el enredo, los tics y humoradas que lo
articulan son su principal característica.
Refrescante y jocosa, aunque no insustancial, es un buen entretenimiento
para intercalar entre dos sabores más densos.
Para maridar con:
quienes gusten de las fantasías ligeras y las sonrisas frescas.
Seguiremos
degustando.
¡¡Qué buena cata!! Creo que me llevo varios al cuaderno...en mi caso, creo que en un mes tuyo, es mi selección de cata de una estación...leo lentamente, y con poco tiempo, sin embargo, tal y como lo cuentas, apetece adentrarse en los entresijos de la palabras y con quienes puede congeniar mejor una determinada lectura...
ResponderEliminarTomo nota de todos, pero tengo muchas ganas de algo de O'Henry. En casa tengo algún cuento suyo, pero poco más...y Connie Willis, con todos sentados en el suelo...suena maravilloso...
Gracias por una cata tan selecta...Buen día lleno de lecturas...
Mira, hoy coincidimos en reseñar las dos a Connie Willis :-) Tenemos telepatía... Bueno, quizás no tanto, pero sí cierta afinidad lectora.
ResponderEliminarMe llevo un montón de libros de los que hoy nos traes en la cata:
Cipolla: me encanta. Lo descubrí en primer curso de la facultad de Historia y caí rendida a sus pies. Este librito que hoy nos traes no lo he leído, así que me lo llevo con muchas ganas.
Mary Ann Clark Bremen: solo he leído "Una biblioteca de verano", y vi hace poco en Periférica que tenían una nueva edición que reunía en un solo tomo todas sus novelas breves, así que miraré si tienen también la que hoy nos traes y mato dos pájaros de un tiro.
La de Edgeworth me ha intrigado, así que me la llevo y la de "Paradero desconocido" hace años que la tengo en la lista porque todos mis blogs de referencia la recomendais.
Una entrada que me llena el carrito de la compra :-)))) Gracias!!
Me apunto a Cipolla, a ver si encontramos algo de variedad.
ResponderEliminarMe encantan todos! Y algunos ya están en mi lista.
ResponderEliminarBesos!
No conozco ninguno de los libros que recomiendas, es increíble la de lecturas interesantes a las que no llegamos a tiempo. Biquiños!
ResponderEliminarMaría: No creas que leo rápido. Como digo arriba, son todas obras cortitas, algunas mucho, pero todo un disfrute. O. Henry es grande...
ResponderEliminarMónica: Tú leíste la tuya antes, lo sé, y la verdad es que le tengo ganas a algunas de sus novelas largas ("El día del juicio final" y "Los sueños de Lincoln"), pero últimamente me cuesta concentrarme. El de Cipolla.. ¡no dejes de leerlo! De Clark Bremer he visto el que comentas, pero ya tenía los otros tres. Y de "Paradero desconocido" solo puedo decirte que es una maravilla.
Rubén: No dejo de recomendarlo. En estos tiempos resulta muy revelador.
Ginger: Pues ya me dirás si caes en alguno. A Cipolla puedes leerlo en original, además ;)
Cris: Pues son breves todas, así que no cuesta hacerles hueco. Prueba con la de Kressmann, creo que te gustará.
Gracias por vuestra visita.
O. Henry es muy grande, como dices, y Kressman, lectura obligada (además de breve, ideal para un viajecito en tren). Me apunto a Mary Ann Clark Bremer: tenía referencias más bien vagas de esta autora, ahora ya voy mejor encaminada...
ResponderEliminarUnas catas maravillosas, como siempre... No he leído ninguno pero los tendré en cuanta
ResponderEliminarBesos
Son demasiado interesantes todas las lecturas como para ponerse a elegir. ¡Las he anotado todas! No conocía a Cipolla, pero no hay nada que me interese más que la estupidez. En serio (sobre todo la mía). Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarMe llevo las especias que, aunque difíciles de maridar, me gustan por ese cosquilleo que me provocan en la nariz. Sigo tus consejos de cata y a ver si ti cuento pronto qué me ha parecido. Abrazos.
ResponderEliminarCaramba, venía ver si me habías contestado el comentario y no lo encuentro... No sé qué pudo haber pasado. Bueno, te cuento que he leído el relato de Maria Edgeworth para mi reto- en octubre aparecerá mi reseña, el de Roth- cada vez me gusta más este autor, casi más que su amigo Zweig- y O. Henry- sus relatos son siempre una delicia-. Muy buena cata me ha parecido...
ResponderEliminarBesines,
Cata estupenda. Paradero desconocido es uno de mis favoritos - como podrían atestiguar mis alumnos pues llevo años recomendándoselo-. Roth estupendo, como siempre. Es la primera vez que me pasó por el blog, gracias s la recomendación de Carmen, pero volveré sin duda. Enhorabuena!
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