Hablemos del amor,
pero no del amor romántico e idealizado sino de ese sentimiento confuso que
enlaza y separa a la gente de un modo que, a veces, resulta demasiado caprichoso.
Hablemos del amor en
general y de alguna de sus formas en particular: del amor de pareja, que surge
de repente y se trunca cuando menos se espera; del amor a los hijos y su
naturaleza fiera y desesperada; del amor al arte, esa expresión idealizada del
deseo de eternidad; del amor a uno mismo, que no siempre coincide con el amor
propio; y también del desamor, no como final sino como carencia.
Hablemos, porque las
dificultades vienen cuando callamos; y callamos demasiado.
Las tres historias
que componen la novela están recorridas por silencios y ausencias, una línea
espiral que orbita alrededor de la línea del tiempo, una sucesión de ondas
superpuestas de las cosas que no se dicen. Sostenida en el largo compás que lo contiene
todo, una nota negra y redonda: el dolor.
Esta forma
triangular de la novela, tan angulosa y de nexos subterráneos, resulta un tanto
desconcertante a ratos por la aparente independencia de sus partes, por esos
cambios que parecen rupturas. La cohesión es, en realidad, interna. Atada al
tema de los de los hijos y su ausencia; y de la literatura como creación,
también. Una indagación sobre el sentido de la pérdida.
«La noche más triste nunca es la primera. Pero
la primera noche triste es la más larga de las noches tristes por vivir,
aquella en que la extensión de la herida se muestra infinita.»
Introspectiva y
delicada, con un cierto toque de arritmia que permite tomar distancias, acaricia aunque no arrebata; te deja espacio para pensar.
Esta lectura es una de las tres
elegidas para el reto Serendipia Recomienda y llegó recomendada por Rustis,
del blog Rustis y Mustis leen.
Me gusta encontraros con las manos en la masa (o en el libro) del reto Serendipia :-))) No soy muy de Menéndez Salmón, pero si tú me dices ven...
ResponderEliminarYa le había echado el ojo, y la verdad es que tu reseña me deja con ganas de leerlo, le haré hueco
ResponderEliminarBesos
¡Hola!
ResponderEliminarSuena interesante, así que le haré un hueco en mi lista de pendientes.
¡Nos leemos! :)
Anda mira, hoy mismo saqué de la estantería un libro de Ricardo Menéndez Salmón ("La noche feroz") pero al final opté por otro... (los libros siempre haciendo de las suyas).
ResponderEliminarCallamos demasiado, cierto. Aunque a veces también hablamos demasiado. En fin, que me voy por las ramas, que tengo ganas de ponerme con este autor, y si de momento "La noche feroz" no va a ser bien puede ser este. Lo escucharé (aunque calle).
Un abrazo
"Hablemos, porque las dificultades vienen cuando callamos; y callamos demasiado."- ¡cuánta razón tienes!
ResponderEliminarbesos
Mónica: Ha estado bien aunque no me ha subyugado. Tenía partes que me gustaron bastante, otras me dejaron más fría. Quizá esperaba más, porque me lo habían recomendado por varios sitios. Últimamente me está pasando con varios, por eso me gusta dejar enfriar las recomendaciones muy entusiastas (y también los comentarios muy negativos de libros que, a priori, me apetecen). Es una manía que tengo.
ResponderEliminarCarax: Ya me dirás si lo lees. Hay gente a la que ha enamorado, aunque no es mi caso. Me parece un buen libro y me ha gustado leerlo, nada más.
Abracalibro: Espero que te guste. Encantada de tenerte por aquí.
Ana Blasfuemia: Eso de sacar un libro y cambiar de idea... cómo me suena. Aunque a veces acabo con los dos, cada uno a un lado.
Callamos demasiado y hablamos demasiado, sí, y me temo que cuando no debemos. Callamos aquello que deberíamos aclarar, dejando que los malentendidos crezcan, y hablamos de aquello que menos importa, quizá porque pensamos que así no nos afectará.
Otra que se enrama ;) Ya contarás si te pones con el paisano.
Agniezska: Es demasiado fácil callar y crear agujeros negros en la comunicación para luego caer en ellos.
Besucos y gracias por vuestros comentarios.
Pues no me importaría leerlo =)
ResponderEliminarBesotes
Pues ya sabes, guapetona ;-)
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