Todos tenemos el corazón hambriento, de uno u otro modo. Todos necesitamos nuestra ración de amor. Amor de pareja, amor de padres, amor fraterno o amor de amigos. Incluso amor propio. De éste, a veces, dosis doble. A veces ni siquiera se sabe de qué tiene hambre este pobre corazón nuestro y se sufre, nos duele el deseo insatisfecho de algo que se nos escapa.
Hay corazones famélicos que no han aprendido a reconocer su hambre. Quieren éxito o dinero, algún tipo de reconocimiento: es amarse a sí mismos lo que les hace falta. Algunos glotones anímicos nunca se sacian y viven en eterna frustración. Darían lástima si no fuera por su egoísmo, por su afán de acaparar, que más bien provoca desdén. Y están los desdichados, sí, los que carecen de la porción que debió tocarles por alguna jugada del destino. Unos la tuvieron y la perdieron, y ahora la echan de menos; a otros nunca les llegó.
Existen miles de historias sobre todos ellos, muchas ya se han contado y otras tantas están por contar. Seguro que cada uno tenemos la nuestra.
Hoy dejo que el Boss cante la suya. Precisamente hoy, porque es algo especial.
Gracias, ‘Leo’, por estos diecisiete años que llevas alimentando el mío.
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Qué temazo y en pocas palabras cuánto dejas dicho. Para esta alimentación mejor ir sin dietas y dejarse alimentar :)
ResponderEliminarBesos
Para qué hablar de más cuando las palabras pueden quedarse cortas.
ResponderEliminarComamos y seamos felices :-))
Besísimos.
No hay restaurantes para saciar este hambre, que al fin y al cabo genera la soledad (o el miedo a ella). Comamos pues, porque el amor y los abrazos son gratis.
ResponderEliminarBesos!
Gratis para adquirir y gratis para entregar. Hay que ser generosos con lo que tenemos.
EliminarFeliz festín ;-)
¡Comer es un placer! Sigue disfrutando de tu hambre.
ResponderEliminarBesos!
No estoy tan hambrienta, pero me siento un poco golosa ante algunos bocados.
EliminarBesísimos.
Preciosa entrada, Zazou, preciosísima y tierna. Me he sentido muy identificada con uno de esos tipos de los que has hablado y te felicito por haber encontrado a un cocinero que te ha alimentado tanto tiempo. Enhorabuena. ;D. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, Marisa. Creo que todos podemos encontrar un parte, aunque sea pequeña, de nosotros en alguno de los tipos. Porque algo de hambre tenemos siempre. Y es que, a veces, no es que nos falte amor sino que no nos ama quien querríamos. O en la forma en que nos gustaría.
EliminarUn besazo enorme.
Yo siempre padeceré hambre. Al margen de mi egoísmo —un egoísmo que poseo y que no negaré nunca, que me insta a rechazar ciertas porciones de cualquiera que sea el pastel que se me ofrece—, están aquellas que no se me dieron. Nada desearía más que haberlas tenido, aunque el pastel fuera pequeño. Hace exactamente dos días que nos ha dejado solos alguien más en este mundo. Alguien que no conoció el hambre. Espero poder saciar la mía algún día, de algún modo. Gracias. Un gran artículo. Un saludo.
ResponderEliminarYo también espero que puedas saciarla, Rachael, al menos una parte. Creo que un poco hambrientos estamos siempre, pero hay que apreciar la parte que nos toca.
EliminarUn besazo.