Es una verdad generalmente admitida que, durante las
vacaciones estivales, la gente encuentra mayor disposición hacia la lectura y
dedica esos maravillosos momentos al sol (o a la sombra, o donde corresponda) a
practicarla con un ritmo más vivo del habitual. Pues bien, ese no es mi caso: este
mes el tiempo no me ha cundido en absoluto en lo que a lecturas se refiere. Lo
he aprovechado en otros sentidos, lo he disfrutado y mucho pero leer, lo que se
dice leer, ha sido bien poco. Ese tiempo insobornable por la noche, antes de
dormir, y algunos raros momentos de soledad. Y, para colmo, la dificultad
añadida (a la que he intentado resistirme larga aunque inútilmente al final) de
descubrir que la longitud de mi brazo, si bien es proporcionada a mi estatura,
resultaba demasiado corta para conseguir una adecuada perspectiva de las
páginas del libro. Confío en que, una vez subsanado este problema (y no, no he
acudido al doctor Frankenstein para alargarme el brazo), pueda volver a
recrearme en la lectura de una forma cómoda, entre otras cosas.
Dejando a un lado la cuestión cuantitativa, el balance vuelve
a ser satisfactorio y eso es lo importante. Para mí la lectura es un paseo
reconfortante y, a poder ser, enriquecedor, no un circuito de velocidad.
Tengo que agradecer a Mónica Serendipia el descubrirme este
libro que me ha hecho dormir varias noches con la sonrisa puesta. Novela
ligera, comedia de enredo, juegos malabares: una historia de equivocaciones que
es también una sátira sobre la concepción del arte y del artista, que sobre
todo hace reír. No respira gran ambición, pero consigue cuanto pretende: la
sonrisa burlona; y lo consigue con creces.
Para maridar con: quienes
gustan de la mezcla de las letras con humor.
No, no me ha dado una de mis compulsiones temáticas y he
empezado a leer todo lo que encuentro sobre Montaigne. Este lo tenía preparado
desde hace tiempo para que me acompañara en mis vacaciones por tierras francesas
y, oh, casualidad, un compañero apareció un par de semanas antes con otro libro
sobre el escritor. Dos lecturas gratificantes, cada una a su manera. Aquí,
Compaignon nos lleva a través de pequeños capítulos por los diferentes temas
tratados en los famosos “Ensayos”. Sencillo, clarificador, va vertiendo
pequeñas dosis comentadas del pensamiento de Montaigne. Una lectura amena para
acercarse él.
Para maridar con:
curiosos de la historia del pensamiento que quieran pasar un rato entretenido.
LA MANSIÓN. E.M. Forster
Considerada una de las mejores obras de Forster y conocida
gracias a su adaptación al cine (con su título original “Howards End”), llegó a
mis manos este mismo verano gracias a una feria del libro antiguo y no pude
retrasar su lectura. Me alegro y mucho.
Me ha gustado, sobre todo, el tono elegante con el que
contrapone a las dos familias protagonistas, el uso de la ironía en el
desarrollo de los personajes y las situaciones, la forma de darles la vuelta y
ponerlos en evidencia… Y esa crítica social hacia el esnobismo cultural y su
injerencia arrogante en las vidas de los otros, fina y también afilada. Toda
una gozada.
Para maridar con:
cualquier amante de los buenos libros.
MADAME DE TREYMES. Edith Wharton
MADAME DE TREYMES. Edith Wharton
Las comparaciones son odiosas, dicen, pero a veces son
también inevitables, y no se trata tanto de poner dos (o más) elementos en una
balanza como de descubrir qué tienen en común y qué los diferencia. Esos libros
que te recuerdan otros libros, esas lecturas que se convierte en referencias o
caminos hacia otras lecturas. Cuando esa relación surge, no puedes dejarla a un
lado.
A medida que iba leyendo esta nouvelle me parecía encontrar varios puntos de contacto con una
novela de Henry James, “El americano”, como el contraste entre el carácter
estadounidense y el de la vieja Europa o el retrato crítico de la alta burguesía.
Concisa en su brevedad, irónica sin resultar cínica, Wharton desarrolla en
pocas pero hábiles páginas el choque entre la sociedad y el individuo.
¡Sabía que te gustaría! Creo que siempre es estupendo leer a Arnold Bennett, pero justo esta novela viene genial para tener la sonrisa puesta durante las vacaciones, ¿a qué sí?
ResponderEliminarBesotes
Tomo nota del consejo de Mónica y de tu propia cata para apuntarme el de Arnold Bennett. Gracias chicas. Abrazos.
ResponderEliminar"Enterrado en vida" está en mi punto de mira ;)
ResponderEliminarBesos.
¡Me apunto tus recomendaciones! Especialmente el libro de Bennet, que no es fácil encontrar buenos libros con algo de humor.
ResponderEliminar¡Me los apunto! Aunque me gustaría ver alguna reseña antes para terminar de convencerme jiji
ResponderEliminarSaludos :))
Me apunto la Mansión. El de Enterrado en vida lo tengo pendiente desde hace bastante, no tengo perdón. Un besote!
ResponderEliminarAún tengo pendiente de lectura el de Bennett del que todo el mundo me habla maravillas.
ResponderEliminarBesos!
Tampoco diría yo que la lectura ha sido tan escasa. Me apunto algunas propuestas. Un beso
ResponderEliminarMónica: Me la puso, me la puso :-D Mereció la pena sin duda alguna.
ResponderEliminarMarisa C.: El humor siempre viene bien y a veces hace mucha falta. Ya nos contarás si lo lees.
Manuela: Veo que el de Bennett va ganando adeptas... XD
Laesti: Hay ciertos autores a quienes se les da bien dibujarte la sonrisa. Este ya se ha unido a mi lista.
Yolindaca: La de "Enterrado en vida" la puedes encontrar en el blog de Serendipia.
Meg: Forster es mucho Forster y "La mansión" me ha gustado especialmente. Pero ya conoces mis debilidades...
Ginger: El Bennett te va a gustar, ya lo verás.
Questasleyendo: Algunas... si no hay tantas donde elegir XD
Gracias por vuestra visita.
Hola, tu blog es super interesante. Me gustaria que estuvieramos en contacto y que nos sigamos. Te dejo mi blog... http://www.lamagiadelatinta.blogspot.com.ar/
ResponderEliminarBienvenida, Rocío ;-)
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