Jornadas XII y XIII: Amores extraños.
El amor es
complicado, excepto cuando la candidez o la ignorancia te tapan los ojos, pero
además es extraño. Y lo es porque lo adornamos en lugar de disfrutarlo sin más,
despojado de normas y excusas, desnudo como un niño recién llegado al mundo.
En las últimas dos
etapas de mi viaje, he convivido con dos formas de amar muy diferentes aunque
ambas peculiares. Sylvia Townsend Warner
y Bessie Head, británica una y
sudafricana la otra, poco conocidas ambas por desgracia, fueron sus artífices.
AMANTES. Sylvia
Townsend Warner.
Con una sobriedad
sin concesiones, Townsend Warner presenta una forma de amor que la tradición ha
vestido de pecaminosa sin detenerse a juzgarla: el incesto fraterno. Carente de
disimulos, la muestra tal cual es con una sencillez que abruma ya desde el
título, lo cual no sorprende teniendo en cuenta que ella misma mantenía una
relación que entonces se consideraba tabú.
No es una historia
de culpabilidad ni tampoco inmoral sino, más bien, amoral, y sus protagonistas
viven tan conscientes de sus actos como de los convencionalismos sociales,
lejos de cualquier asomo de melodrama, «porque la blandenguería no es buen pasto para el amor». Es, sobre todo, una reivindicación de la
libertad de elección a la hora de plantearse la vida. La exigencia de esa
“habitación propia” a la que todos aspiramos.
Elegante en las
formas, a ratos irónica y con un fondo de intensidad turbadora. Es una lástima
que esta autora no haya sido traducida al castellano más que en este volumen de
cuentos que atesoro con codicia y jamás he prestado:
Mi padre, mi madre, los Bentley, el caniche,
Lord Kitchener y el ratón.
Editorial Lumen,
1997.
Traducción de Víctor
Pozanco.
LIFE. Bessie Head.
Las distancias entre
las costumbres de campo y las de ciudad no es algo que se limita a la sociedad
del primer mundo. Así nos lo muestra Bessie Head desde el principio del relato,
en unos pocos párrafos, con pinceladas de lo más certeras, y así nos presenta a
la protagonista de la historia: Life. Una mujer educada en la metrópoli
sudafricana que regresa al cabo de los años, cubierta de sofisticación y
espíritu de libertad, a la aldea de Botswana de donde salió. Allí ríe, baila,
ama sin limitaciones; allí conoce a un hombre tranquilo que intenta limitar su
amor.
Tiene en común con
el anterior relato la libertad para escoger un modo personal de amar, pero en
lo demás se aleja. Con un estilo austero y directo, la emoción corre por debajo
para agarrarte por sorpresa con el grito de la inocencia desvirtuada. No hay
maldad ni bondad, ni siquiera una voluntad de hipocresía, sólo el retumbar
primero calmo y más tarde estruendoso de los tambores de dos corazones muy
distintos que se cruzan. Dos visiones del mundo. Dos deseos que, al
encontrarse, se estrellan el uno contra el otro sin remedio, llevados por un
destino inevitable.
Tampoco Bessie Head
es una escritora de la que se encuentren habitualmente libros. Este cuento está
contenido en la antología “Niñas malas, mujeres perversas”, publicada por
Edhasa en 1989, con traducción de Marita Osés.
Y de nuevo parto hacia... no sé dónde, todavía, pero llegaré cuando tenga que hacerlo.
Allí os espero.
No pinta del todo mal, aunque tampoco me tienta en exceso. La tendré en cuenta si me cruzo con ella.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Besos
Me gusta sobre todo el segundo por su ambientación en Suráfrica, y más en Botswana. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarbesos
Mmm...tentador. Puede que como es difícil de conseguir lo solicite en Iberlibro. No obstante, actualmente, y a pesar de que me gustan lecturas en las que la habitación propia esté presente, no sé si será el momento para atraerlo a esa habitación propia...tal vez más adelante. Me temo que lo dejaré en la recámara de libros que me gustaría leer.
ResponderEliminarBesos y gracias por las recomendaciones y por tus reflexiones.
Los dos relatos tienen planteamientos interesante pero me ha encantado el título de la recopilación de Lumen: “Niñas malas, mujeres perversas”. En esos anzuelos siempre acabo picando. Un beso
ResponderEliminarTe acompaño hasta la puerta en esa partida tuya que nos llevará el próximo mes a una nueva entrada deliciosa, como sueles escribirlas.
ResponderEliminarÉsta, en concreto, me ha encantado. Lástima que el tiempo corra tan deprisa :-(
Pero al otro lado aguarda una eternidad con la biblioteca celestial a disposición de todo el que quiera. Ser socio es gratis ;-)
Saludines.
No conocía a ninguna de las dos escritoras, así que gracias; siempre es bueno descubrir autores. En cuanto a los temas, el segundo me atrae más que el primero, lo reconozco: toda la vida criticando a los reyes por juntarse entre ellos (todos terminaban medio tontos) me hace muy difícil justificarlo ahora. En fin, "maneras de vivir" que decía Rosendo. Abrazos.
ResponderEliminar¡Zazou! incluso cuando la candidez y la ignorancia te ciegan el amor es complicado... Te lo digo yo, que de eso sé un rato :P Y sin necesidad de adornos, oye, como un bebé...
ResponderEliminarEs curioso, el tema del incesto es poco abordado en la literatura, aunque algún libro he leído. Es un tema tabú. Todavía.
En cuanto al otro relato, me interesa mucho la literatura africana, especialmente sudafricana.
Gracias por estos descubrimientos, estas joyitas, que me descubres.
Espera, que llegaré.
Un abrazo
Cristina: Yo he disfrutado a ambas, te lo aseguro, a Townsend Warner por segunda vez, y las recomiendo.
ResponderEliminarAgniezska: A mi me ha dejado con mucha curiosidad por la autora, desde luego. Espero volver a leer a Head.
María: No siempre se está con el estado de ánimo adecuado según qué lecturas, así que te comprendo.
Marga: Es una antología de relatos estupenda y no podía ser de otra manera, siendo una selección de Angela Carter. La mencioné ya cuando pasé por Leonora Carrington, cuyo relato pertenecía al mismo libro, y seguramente caerá alguno más.
Ana Bolox: Grandes son las praderas del paraíso lector... muchos rincones donde parar, desde luego, demasiados para abarcarlos todos. Nos veremos por allí.
Marisa: Ambas merecen la pena. Este relato no justifica el incesto en realidad, simplemente muestra una situación en el que se da. Creo que no me expliqué muy bien al mencionar que la relación de Townsend Warner también era tabú, porque no era de la mismo índole sino homosexual.
Ana Blasfuemia: Oh, sí, claro que lo es, pero esa candidez e ignorancia a veces no dejan verlo, ya sabes, corazoncitos rosas y nubes para flotar. Una se ha hecho muy cínica para creer que es así.
El tabú del incesto sigue y seguirá, pero no dejará de estar ahí. No sé si estará poco abordado pero la verdad es que he encontrado varias muestras y, probablemente, traiga otra aquí en algún momento (aunque tratada de forma diferente).
Ve a por Head, seguro que te gusta.
Gracias por vuestra visita y besucos.
Me quedo con el segundo, aunque chica, tiras de edciones y títulos nada fáciles de encontrar :-D Un besote!
ResponderEliminarNo son novedades, no, ya lo siento, pero es que han sido mi compañía en este viaje de tantos años. Tiro mucho de fondo de despensa, ya sabes ;-D
EliminarBesucos.