Leer es un vicio solitario que se puede compartir.

Tengo otros pero suenan menos adecuados.

Marcas en el tronco de mi alma (y algunos arañazos en la corteza)

Están hechas de letras, de las palabras que respiro y que me alimentan, que me dan la vida y a las que también yo doy vida, y de imágenes que han ido fluyendo, y de la música que me corre por las venas.
Las vi llegar, o las oí, y las sentí entrar y acomodarse por los huecos que encontraban, y también reajustar el espacio a su alrededor para encajar de la mejor manera posible. Ahora son parte de mí como lo son el corazón y los pulmones; igual que ellos laten, respiran.

Son muchas las marcas, las palabras, las imágenes, las notas. Mi árbol no se ha formado por la superposición de círculos concéntricos sino por elipses, espirales, dibujos irregulares que se entrecruzan y entrelazan intrincadamente.
Dentro de mí hay un millar de historias recogidas, o quizá más, pero no todas dibujaron esas marcas. A estas alturas me resulta extraño desentrañar ordenadamente los nudos, así que no lo haré; después de todo, el caos también tiene su sentido.
No empezaré por el principio. Aunque la memoria no fuera caprichosa, y lo es, al resto de mí le gusta concederse caprichos de vez en cuando, como empezar por tirar de un nudo, de cualquiera, y a ver qué sale.

  
Del desorden (un caos)
nace el orden
-nace y fructifica.
De él se nutre el caos. El caos
nutre el árbol.
W. C. Williams, "Descenso"


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