Noviembre ha sido el mes de las
librerías, no solo porque el día 13 se celebrara el Día de las Librerías, sino
porque por mis manos han pasado varias historias relacionadas con ellas. Desde
los relatos contenidos en la antología “La librería a la vuelta de la esquina”,
de la que os hablé al comenzar el mes, hasta las refrescantes confesiones de
Petra Hartlieb en “Mi maravillosa librería”, que sirvieron para cerrarlo entre
sonrisas (gracias, Rusta, por la recomendación). Entre medias, y dejando a un
lado esas lecturas entrecortadas y dispersas que voy tomando y dejando según el
humor que tenga, cuatro piezas que, a pesar de lo diferentes, han combinado a
la perfección.
UNA CHICA EN INVIERNO. Philip
Larkin.
Hay una guerra y, en Londres,
nieva. Es el invierno de las esperanzas, frías y agotadas. Quizás un recuerdo
veraniego de juventud pueda iluminar el desánimo. De algún modo, en algún
momento. Quizás.
Caminar de puntillas, con la
suavidad de la nieve que comienza a caer, y sin embargo dejar las marcas de las
pisadas en medio del blanco, que en realidad nunca ha sido inmaculado. Una
bailarina interpretando su ballet. Delicada, silenciosa, armónica; enérgica,
elocuente y calculada. La intensidad estética se basa en la precisión. La
matemática de la música en la punta de los dedos y explota la magia. Es arte.
Es belleza. Es “Una chica en invierno”.
Para
maridar con: quienes deseen paladear buenas historias bien contadas.
No son simples cuentos: son
pequeñas piezas de artillería, ligeras en mano pero de hondo calado al
disparar. Como estiletes que se adentran en silencio entre la carne y no
sientes hasta que te han arrancado el aliento. Como perdigones que estallan una
vez dentro y se expanden igual que los fuegos de artificio. No hay artificio,
sin embargo, en ellos; sí hay mucho silencio, pero del elocuente. Tan breves,
tan intensos, tan precisos. Tan demoledores todos estos niños tontos que nos
miran, esquemáticos, desde la tersa blancura de la página. Y nos conmocionan.
Junto a los textos, las
ilustraciones del pintor José María Prim se funden con ellos como mantequilla
sobre pan caliente, de tal modo que, al terminar, casi no se puede concebir uno
sin el otro.
Para
maridar con: amantes de las exquisiteces mínimas y los bocados intensos, de
esos con regusto que se pega al paladar.
SERÁN CENIZAS, MAS TENDRÁN SENTIDO.
Antonio Mingote.
Hay momentos en los que un
determinado regalo te deja pegada en el sitio, con el objeto en la mano y una
sonrisa cortés aunque hierática paralizándote los labios, y te preguntas qué
han visto en ti para encajarte ese obsequio del que ya estás deseando
deshacerte. En otros, no puedes evitar reírte abiertamente y aceptarlo con el
debido reconocimiento a ese rasgo que tan bien han captado. Este segundo caso
es el que me trajo este libro, de manos de una amiga, y su comentario: «Fue verlo y pensar en tu
humor, tenía que traértelo».
Por supuesto.
Con textos de Ignacio Ruiz
Quintano, se recogen las viñetas necrológicas que Mingote publicó a lo largo de
cincuenta años: la muerte a través del humor, aunque un humor que, más que
negro, se viste del blanco luto oriental. Una sonrisa melancólica.
Para
maridar con: nostálgicos con sentido del humor.
EJERCICIOS DE ESTILO. Raymond
Queneau.
Es este uno de esos casos de
lecturas sobrevenidas por alusiones y pensamientos encadenados, ya sabéis, algo
que os recuerda a otra cosa, que a su vez os lleva a otra, y de ahí sigues la
estela hasta… un libro, cosa rara. En un momento dado estás hablando de narices
y al siguiente has ido a buscar tu viejo ejemplar de estos “ejercicios” de
Queneau. Tiene lógica (la tiene, en serio, y una ruta muy corta).
Noventa y nueve formas de contar
una misma y sencilla escena. Noventa y nueve voces. Noventa y nueve juegos de
teoría y práctica literaria. Todo ello en una esmerada versión castellana de
Antonio Fernández Ferrer que ha sido una gozada volver a leer.
Para
maridar con: lectores con afición por el juego, literario o no.
MI MARAVILLOSA LIBRERÍA. Petra
Hartlieb.
Refrescante, dije antes, y mucho.
Por la aplastante sinceridad al contar sus experiencias y por el sentido del
humor que gasta. No se ahorra los malos tragos, aunque tampoco se recrea en
ellos sino que sabe tomar distancia, mostrarlos con un realismo que nada tiene
de sentimental; así, el cuadro resultante tiene un colorido completo, sin que
nada suene a falso en él. Como dice la (ahora para mí) entrañable Petra, en un
momento dado:
«Todo
esto no resulta nada glamouroso, y nada tiene que ver con esa idea de
“me-gusta-taaaanto-leer-y-siempre-quise-ser-librera”».
Creo que no hay mejor retrato que
el que revela una pasión, con su entusiasmo y sus frustraciones, con la manera
de vivirla y, muchas veces, sobrevivirla. En este sentido, es este un vivísimo
retrato de Hartlieb: la escritora y la librería, esa maravillosa librería.
Para
maridar con: cualquier lector que, como tal, es amante de las librerías y
de lo que se cuece dentro.
En cuanto a nuestra librería, esa que
está a
la vuelta de la esquina, aunque ejerciera la mayor imparcialidad no
dejaría de ser cuestionable, así que me limitaré a decir que entretiene, eso
sin duda, y que podéis ojear las reseñas que hay por ahí para comprobarlo.
Y así avanzamos hacia
las últimas catas del año…
¡Qué cata más exquisita! Tengo muchas ganas de probar varios de estos pinchos libreros. Besos
ResponderEliminarMenuda cata. Me apunto a la maravillosa librería y la chica de invierno.
ResponderEliminarMe alegra que hayas disfrutado de "Mi maravillosa librería" (y muchas gracias por el enlace). Como dices, es una lectura muy refrescante, sincera y con sentido del humor. De los demás, tengo por aquí el de Larkin, que espero que caiga muy muy pronto. Ah, leí hace unos meses los cuentos de Ana María Matute, y creo que la definición de "pequeñas piezas de artillería" los describe a la perfección.
ResponderEliminarDe tu cata, sobre todo, se me antojan mucho "Mi maravillosa librería" y "Una chica en invierno".
ResponderEliminarGracias por compartirla con nosotr@s, y tentarme.
Besos
¡Qué buena cata! Tengo curiosidad por "Una chica en invierno" aunque no se sabe muy bien de qué trata.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias! Me apunto "Mi maravillosa librería ". :)
ResponderEliminarTengo en casa "Mi maravillosa librería" y "Una chica en invierno". Estuve la semana pasada de librerías y se me pegaron ambos libros a las manos, los tuve que traer a casa :-) Me alegra encontrarlos aquí, para mí siempre es buena señal saber que a ti te han gustado. Bss
ResponderEliminarYo he terminado hace poquito un libro que también va de librerías...
ResponderEliminarBesos.
Matute, siempre. Larkin en el punto de mira. Mingote va a ser que no. Queneau, sí, me gusta jugar sin competir :) Heartlieb, visto (uf, menos mal), coincido contigo. Refrescante, realista, con humor.
ResponderEliminarY por aquí pasé, haciendo un ejercicio de síntesis inhabitual en mí :)
Un abrazo
He tomado buena nota de Mingote y de "Mi maravillosa librería". ¡Ay! Tunanta, ¡cómo sabes engatusarme! ;D. Abrazos.
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