Llamadme Zazou.
Con toda confianza.
Mi nombre es lo bastante largo como para haberme acostumbrado a todo tipo de diminutivos desde que tengo memoria.
Mi nombre es lo bastante largo como para haberme acostumbrado a todo tipo de diminutivos desde que tengo memoria.
Soy bibliomaníaca. Lo sé, lo sé, es el bibliómano quien padece bibliomanía, pero el calificativo parece contener un más alto grado de locura con el que me siento identificada: bibliófila, bibliófaga, biblioadicta... a veces un poco
desaforada. Para horror de
quienes me han rodeado a lo largo de los años, siempre he padecido propensión a
acumular libros. Además, los leo. Incluso más de una vez. Por si fuera poco, me
gusta hablar de ellos. Síntoma claro del grado patológico de esta obsesión.
No obstante, si hay
una palabra tan exacta como hermosa que define este sentir es
"letraherida". Si la gritas por la calle y alguien se vuelve a mirar,
probablemente sea yo.
Me encantan las historias
y las numerosas formas que pueden tomar, no solo las escritas. Pero las palabras son mi pasión y mi
debilidad. Por su culpa he acabado contando mis ocurrencias en este
rincón. Y en otros rincones también.
Algunas de esas
ocurrencias están aquí:
La revista Moon Magazine:
La web La piedra de Sísifo:
Y varias de mis
historias han acabado en publicaciones como:
- Las uñas
- Ellos, nosotros
- El viajero en el sillón de cuero
O en antologías de
relatos como:
- Satán en una pequeña librería
(Una comedia diabólica)
- El viajero en el sillón de cuero
- El vestido rojo
- Marea alta
Un
4 de febrero
- Ahora, mientras tanto
- Ahora, mientras tanto