Estoy saboreando las lecturas con calma. No es tanto cuestión
de tiempo disponible como de la forma de encogerlo y estirarlo para ver más allá,
o a través, de él. Leo, releo, vuelvo a leer. Me extiendo en un pasaje, regreso
a otro, intercalo páginas de otra lectura. Sin remordimiento alguno. Solo me recreo
en el intenso placer. En las texturas suaves y en las crujientes, en el relleno
dulce o en el punto picante. Me lo guardo un rato en la punta de la lengua, otro
largo rato en el fondo del paladar. Esa frase tan críptica y, a la vez, con tanto
significado. Ese párrafo oscuro. Esa estructura que te atrapa en su interior. La
imagen evocadora de un mito. Incluso una simple, una sola palabra puede captar mi
atención y entretenerme.
Así, un mes entero se resume en cuatro libros, una decena de
relatos sueltos (comentados en las dos últimas jornadas de mi vuelta al año en
cuentos) y algún ensayo o fragmento intercalado. Disfrutando del momento.
CRÓNICAS DE NUEVA YORK. Maeve Brennan.
Me he enamorado. Otra vez. Esta promiscuidad literaria es un
tormento que me lleva de arrebato en arrebato. Solo leer la introducción de
Isabel Núñez ya prometía, aun sin entrar en sus textos. ¿Que pudo ser la
inspiradora del personaje de Holly Golighly? Ooooh… La zambullida en estas
crónicas urbanas fue de cabeza y con los ojos muy abiertos, y mereció la pena
con creces.
Las cincuenta y seis piezas que recoge el libro son otras tantas
columnas que Brennan escribió para el New
Yorker, en la sección The Talk of the
Town, entre 1953 y 1968 (excepto las nueve últimas, posteriores). Columnas
que recrean escenas de la calle con una plasticidad a veces deslumbrante, y es
que, sin ser cuentos, se leen como relatos impresionistas de la vida neoyorkina
de la época. Esa línea que cruza la sofisticación hacia la extravagancia en un
viaje de ida y vuelta, hasta mezclarlas de tal forma que no se pueden
distinguir. Aquí un brote de lo sórdido, ahora un destello de luz cálida, más
tarde una sonrisa irónica y un toque enternecedor. Un combinado de elegancia y
agudeza para tomar en pequeños tragos: qué otra cosa, un “Manhattan”.
Para maridar con:
quienes gusten de mirar el mundo con ojos curiosos y saborear lo cotidiano.
STONER. John Williams.
Este ha sido un amor sereno, como el de la madurez. Ese que
se vale de silencios para decir todo lo que uno desea saber. Ese que no grita y
estalla, sino que te susurra suavemente en el oído hasta que tiemblas por
entero con el aliento de su voz. Ese que, en vez de chisporrotear en un
instante tan solo, ilumina con luz tenue pero constante de principio a fin. Ese
que evita el revolcón rápido pero te acaricia, te acoge, te abraza hasta que no
puedes desprenderte de la calidez de su abrigo. Ese amor sencillo que no
devasta, solo te calienta.
Un hombre prosaico vive su vida prosaica. Esa es la
historia. Sus prosaicas, pequeñas alegrías y tristezas contadas con precisión
minuciosa y un engañoso clasicismo estructural. Como un canto a la simplicidad
de las margaritas del campo y, a la vez, una mirada a través del microscopio,
con una claridad que desarma. Prosaico viene de prosa y la prosa, a veces,
tiene la fuerza de diez por su pureza.
Para maridar con:
los que disfrutan con el buen hacer y con el buen sentir de las letras.
*Esta es la última de
las tres lecturas elegidas en el reto “Serendipia
recomienda (2015)”, del blog Serendipia,
de Mónica Gutiérrez.
LA SOMBRA Y OTROS RELATOS. Amalia Álvarez San Pedro.
Con diferentes temáticas y tratamientos, los veinte relatos
aquí reunidos tienen en común la brevedad (el más largo ocupa diez páginas) y
una percepción inquietante del momento. Desde el realismo cotidiano al espacio
onírico en que todo es posible, la visión de la vida que nos traen está tocada
por esa parte sombría que todos tenemos y que a veces contamina nuestros actos.
De escritura fluida y fácil lectura, se suceden como pequeños
eslabones para formar un todo alrededor del hilo del tiempo. De fondo, como un leit-motiv, vibra una nota en sordina. Está
en la melodía nocturna de “Fascinación”, en el desasosiego ante “La sombra” con
reminiscencias de Poe, en la ambigua naturaleza de “Necesitamos plata”. Y mientras
la escuchas, sin darte cuenta, has llegado al final.
Para maridar con: catadores
de canapés literarios de sabores variados.
LA MALETA DE MI PADRE. Orhan Pamuk.
Tengo una relación pendiente con la ficción de Orhan Pamuk,
pendiente y apremiante después de la lectura de las dos obras de carácter
ensayístico y, a la vez, muy personal que han pasado por mis manos. Pero si en
“El novelista ingenuo y el sentimental” trazaba una línea de comunicación entre
lector y escritor, aquí la escritura y la memoria tienen un papel más íntimo. Lo
biográfico, la emoción evocadora, el sentimiento y el concepto literarios, todo
ello se une para llevarnos de la mano por el camino de la palabra escrita.
Los tres discursos que conforman el volumen hablan de la
relación del escritor con sus obras, cada uno desde una perspectiva diferente:
el significado de la literatura en “La maleta de mi padre”, la literatura como
medicina en “El autor implícito” y la postura política en “En Kars y en Frankfurt”;
y los tres son estocadas de certera puntería. El primero, pronunciado al
recibir el Premio Nobel de Literatura en 2006, es sobre todo un texto
protagonizado por el amor: amor hacia su padre y de su padre hacia él pero,
sobre todo, el amor por la literatura padecido por ambos.
Para maridar con: cualquier
amante del poder de las palabras.
Y así terminé el 2015.
Y ya estoy degustando
lecturas de este 2016… y promete.
Has terminado el año muy bien. Sólo con ver a Stoner ya se me hacen lucecitas en los ojos.
ResponderEliminarQue el 2016 siga lleno de buenas lecturas. Y más.
Un abrazo
Necesito el libro de Maeve Brennan, lo necesito ya :-)))
ResponderEliminarMe alegro que coincidamos con "Stonner", aunque no podía ser de otra manera.
Mira, querida, mejor no participes en el Reto Serendipia Recomienda, escribe la dirección de tu blog y ya está: para mí tu blog es todo el reto de "recomienda" porque leerte durante un año es llevarse casi 365 libros (o más). Tú eres mi recomienda. Besotes.
Esperando tus notas de cata, que siempre encuentro recomendaciones muy buenas de libros que ni conozco, ni tan siquiera me suenan. Biquiños!
ResponderEliminarUn buen maridaje! Tomo nota de tus catas, me apetece degustar la primera y la última.
ResponderEliminarBesitos
Terminar una año así sólo puede augurar cosas buenas para el siguiente. Así que ya me voy frotando las manos esperando las catas que nos deparará 2016.
ResponderEliminarUn beso y feliz año
Tengo en la estantería pendiente de turno a Stoner, y desde ya anotada queda en mi lista de "me lo pido" las "Crónicas de Nueva York".
ResponderEliminarQue las catas de este 2016 no disminuyan de calidad y disfrute. Besos
Ha sido el postre, Ana, un muy buen final.
ResponderEliminarJa, ja, ja... Qué cosas tienes, Mónica. Brennan ha sido un flechazo y ya tengo material para continuar con nuestra relación (cuentos, cómo no, y prometen tiempos felices). Lo del reto de este año está ahí renqueando, pero me alegra que te gusten mis recomendaciones XD
Eso suena reconfortante, Cris. A mí me encanta descubrir libros que no conozco, que de los conocidos ya se habla mucho, pero hay que catar un poco de todo, ¿verdad?
El de Pamuk me ha encantado, Marga R., ha sido el cierre perfecto del mes y del año.
Puedo adelantarte que el primer libro de este año y mes ha sido también muy satisfactorio, Marga B. ;-D
Creía que tú ya habías pasado por Stoner, Cristina... pues no te lo pierdas.
Besos y gracias por vuestra visita.
No imaginas la ilusión que me hace leer el nombre de Maeve Brennan. "De visita" fue un libro que me acompañó durante mi independencia. Ese transito de la vida comunitaria a otro tipo de vida...esa que eliges tú, o al menos, sientes que lo haces. Hace tiempo que quiero hablar de ella y de ese libro...y cada vez me la encuentro traducida más a menudo y me encanta que eso suceda...que los astros se conjuren para que esas pequeñas cosas sucedan.
ResponderEliminarGracias...porque Brennan escribe de una forma única.