Leer es un vicio solitario que se puede compartir.

Tengo otros pero suenan menos adecuados.

Vuelta al año en 52 (o más) cuentos: David Sedaris.

Jornada XXIV: Recurrir al humor.

No es solo cuestión de recurrir a esa sonrisa necesaria para darle unos cachetes al decaimiento sino de utilizarlo día a día, hacerlo formar parte de nuestro modo de entender la vida. Estoy convencida de que sin sentido del humor la esperanza de vida se reduce. No sé si hay pruebas empíricas que lo corroboren, ¿pero no os habéis fijado en cómo sonríen las personas que estiran los años con vitalidad? Además, una sonrisa seduce siempre más que un ceño, a no ser que el seducido sea poco más que un alma en pena. Hasta el Diablo tiene sentido del humor y, probablemente Dios (o no se explica que no haya hecho una pelota con su creación para tirarla a la basura en lugar de quedarse viendo cómo hacemos el ridículo, tal vez con un bol de palomitas en la mano).

Ser adicta a poder terapéutico de la risa en todas sus variedades, incluso las más oscuras, me empuja a curiosear cualquier forma de vida u objeto al que le hayan pegado (o, incluso, apenas rozado) la etiqueta del humor. No puedo evitarlo. Eso fue lo que me dejó pegada durante largo rato a la contraportada de este libro en el mostrador de novedades de una librería*:



Sí, desde luego, a primera vista la cubierta parece siniestra y, lo confieso, eso también capta mi atención. El caso es que lo cogí, lo ojeé y, cuando lo devolví a su sitio, se me quedó la tentación arañándome ese rinconcito caprichoso (o gran rincón, en mi caso) de la conciencia más inconsciente. Caprichos para que os quiero. Evidentemente, acabó en mis manos. A los pocos días. En la Feria del Libro de Madrid. Y ya está empezado.

Cuando lo haya terminado, en algún momento futuro (porque es el tipo de libro que me gusta leer poco a poco, a ratos), lo comentaré por entero. Hoy traigo una de las cuatro historias que llevo leídas. Podría haber elegido cualquiera pero me quedaré con la última por… ah, mejor lo cuento con detalle.

EL VIEJO CASERÓN. David Sedaris.

Como todos los contenidos en este volumen, el relato es autobiográfico, lo cual parece ser una seña de la identidad humorística de David Sedaris y lo que le dio a conocer: la disección sarcástica de sus propias experiencias.

Leyendo esta historia se podría pensar que lo extravagante de las vivencias narradas facilita el humor, pero yo no estoy de acuerdo: la voz es importante, la entonación. Y la forma de sacarle punta a los detalles que, de otra manera colocados, nos causarían un perplejo arquear las cejas. Sedaris me ha afilado la sonrisa convirtiendo lo cotidiano en ridículo y lo obsceno en grotesco.

Aquí, ese toque estrafalario lo pone el viejo caserón: una casa de huéspedes con unos habitantes de lo más peculiares (empezando por el autor). Podría crearse toda una sección en la biblioteca solo con la literatura de “huéspedes” de pensiones, hostales, hoteles y otros hábitats similares; la lista es muy larga**. Las ensaladas producen efectos inesperados. Expresado con sus propias palabras:

«Lo más inverosímil, sin embargo, era que fuéramos todos tan prototípicos. Parecía que hubieran agarrado una novela de Carson McCullers, la hubieran mezclado con un drama de Tennessee Williams y hubieran juntado los decorados y personajes de una y otra en una sola caja».

Con la salvedad de que en esta pieza el tono cambia: todo el drama se enfunda de visión mordaz. Y resulta.

Vestir la realidad con ironía tiene algo de higiene mental. Os recomiendo probarlo.

*Cuando te envuelvan las llamas, de David Sedaris. Random House, 2015. Traducción: Victoria Alonso Blanco.


** A bote pronto, me vienen a la cabeza unos cuantos títulos tan variopintos como sus autores y los huéspedes que los recorren: “En una pensión alemana” de Katherine Mansfield, “Mashenka” de Vladimir Nabokov, “Hotel Savoy” de Joseph Roth, “Gran Hotel” de Vicky Baum, “En el hotel Bertram” de Agatha Christie, “El resplandor” de Stephen King, “Hotel Paradiso” de Ramón Pernas, “Un hotel en ninguna parte” de Mónica Gutiérrez, “Pensión Leonardo” de Rosa Ribas, “L’Auberge” de Julia Stagg… Lo que decía, una sección aparte. Y para todos los gustos. 

13 comentarios:

  1. ..."Hotel Pastis" de Peter Mayle, "El café de Crossroard" de Deborah Smith, "Dream Street, 31" de Lisa Jewell, "Se prohibe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión" de Mamen Sánchez, "Hotel St. Gregory" de Artheur Hayley... Y algunos empiezan en pensiones ("La isla del tesoro" de R.L.Stevenson) o transcurren en pensiones ("El nombre del viento" de Patrick Rothfuss).
    Apuntaré a Sedaris que no lo conocía.
    Besos.

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    1. Ya hemos completado un estante :-))
      Ahora recuerdo "La posada Jamaica" de Daphne du Maurier y "Una habitación con vistas" de E.M. Forster. ¿Cuántos crees que podrían salir?
      Besazo.

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    2. ¡Estupenda idea! Creo que voy a tener que hacer un post sobre ello. ¿Os importa si la tomo prestada?

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    3. ¡Ni pizca! Será de lo más interesante :-))

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  2. De entre las dos que mencionas en tu comentario, Zazou, me quedo con "La posada de Jamaica", pero es que soy una enamorada de Daphne du Maurier. A Forster, sin embargo, lo tengo ahí entre un sí y no del que nunca me apeo.

    Estaré atenta a tu reseña completa de este título. Suena interesante y la portada, como bien dices..., atrae ;-)

    Buenos días (provechosos) y feliz domingo.

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  3. Bendito humos, cuanta falta hace, sobre todo en estos momentos tan revueltos. Y sobre la comprobación empírica de que "sin sentido del humor la esperanza de vida se reduce", no he visto ningún centenario de los que salen en la tele con cara de malas pulgas, por algo será. Abrazos.

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    1. Quería decir "humor", "bendito humor", no humo, que bastantes "humos" hay ya por todas partes. ;D

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  4. De David Sedaris leí "Crónicas desde Santaland" y encima lo leí en Navidad, así que me lo pasé en grande doblemente. Me llevo estos otros relatos que hoy nos traes porque sé cómo se las gasta el autor y es genial. Bss

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  5. La universal... Pues no conozco al autor. A ver si cuando lo hayas acabado me convences para estrenarme con él...
    Besotes,

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  6. El humor, lo siniestro, el humor siniestro... no me digas más, somos de la misma cofradía.
    No conocía a este autor, pero, o me has transmitido muy bien tu entusiasmo, o yo venía ya predispuesta, o las dos cosas, claro. Anotado queda.
    Un abrazo.

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  7. Ana Bolox: Pues Forster, de momento, me ha ido convenciendo con sus libros. Además de las novelas tan conocidas (casi más por las películas que por sí mismas) y otras no tanto, tiene un ensayo de lo más interesante: "Aspectos de la novela" y... ahora recuerdo otro libro suyo, que compré hace unos meses, y no he leído todavía. Y además son relatos. Tengo que ponerme con él...

    Marisa: El humor, muchas veces, nos salva la vida... mucho más que el humo, donde va a parar XD

    Mónica: De ese también me habló Belén, cuando le dije que tenía este entre ceja y ceja. Lo mismo cae en un futuro, porque lo estoy pasando en grande.

    Carmen: Es muy divertido, con un humor a veces un poco negro y bastante mordaz. Me estoy riendo mucho.

    Ángeles: La verdad es que, una vez puesta con él, siniestro no es... pero tiene un lado oscuro que estoy disfrutando mucho. Una manera de reírse incluso de sí mismo que es una gozada.

    Besucos y gracias por vuestra visita.


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  8. Uy, y gracias por la mención en los hoteles. Si se me ocurre otro hotel literario que no hayáis dicho, os cuento. Iba a decir la posada de roca de "El nombre del viento", pero se me ha adelantado nuestra Jane :-)))

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  9. Seguro que si nos ponemos a pensarlo más, salen un montón de ellos. No hay más que ver los que nos salen así, de buenas a primeras...

    Besucos.

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