Leer es un vicio solitario que se puede compartir.

Tengo otros pero suenan menos adecuados.

Recién llegados: "Un inconveniente" de Mary Cholmondeley y "Los libros son tímidos" de Giulia Alberico


Un inconveniente. Mary Cholmondeley
Editorial Periférica, 2011.

Título original: The Pitfall
Traducción: Israel Centeno

Un inconveniente comienza con la imagen de una mujer sentada cerca de una ventana abierta, en su tocador azul y blanco… a principios del siglo XX. Cholmondeley (léase Chumly) contrapone dos estereotipos femeninos: el de Lady Mary Carden, rubia, elegante, delicada, correcta, cariñosa, dulce, intachable, religiosa, treintañera, y el de Elsa Grey, muy joven, morena, esbelta, hosca, impenetrable, proveniente de una familia problemática, turbia y seductora, con un punto salvaje. Mary y Elsa se ven complicadas en una trama sentimental, cuyos hilos forman triangulaciones posibles.

En apenas cinco o seis momentos impecables por su economía, por su medida de las palabras y por su intensidad sensorial, la mirada autocrítica de la autora, su bisturí, saca a la luz, entre los corsés y faldones, las escondidas entrañas –dignas de piedad pero también de recriminación– de mujeres diferentes.

Incluso en la constatación de esa diferencia la modernidad de la autora es apabullante. Cholmondeley no aborda una feminidad única. Su mirada no simplifica… El lector contemporáneo deberá decidir quién es la víctima y quién el verdugo.




Los libros son tímidos. Giulia Alberico
Editorial Periférica, 2011.

Título original: I libri sono timidi
Traducción: Francisco de Julio Carrobles

Un autobús que no puede partir a causa de la nieve, una niña, sus primeros libros... Es éste un bellísimo texto en primera persona donde Giulia Alberico, hija de una maestra rural a la que siguió por diferentes pueblos y escuelas, nos habla, en un relato magnético y maravilloso, de su amor por los libros: la autobiografía de una lectora a través de los títulos que la han acompañado desde que era niña y adolescente (en la Italia de los años 50 y 60), hasta el día de hoy. Libros universales que muchos de nosotros hemos leído también; o libros que querremos leer enseguida una vez cerremos éste. Para todos los gustos, y de todas las épocas. Y libros a los que la autora se acerca como muchos de nosotros: primero tocándolos, oliéndolos...
Giulia Alberico es una perfecta «conversadora» para pasar una tarde hablando de algunos de nuestros viejos autores favoritos..


Lo sabía. Desde el momento en que el primer libro de la editorial Periférica cayó en mis manos, tuve la certeza de que en ella encontraría más de un buen bocado con que alimentar mi hambre lectora y, efectivamente, así está siendo. Me está descubriendo autores que lamento no haber conocido antes porque están llenando mis lecturas de momentos muy especiales. Desde aquí, una reverencia virtual en agradecimiento a las presentaciones.

Hasta hace un par de meses no tenía la menor idea de quién era Mary Cholmondeley y, a estas alturas de la vida, me entero de que Henry James admiraba sus narraciones. ¡Henry James, nada menos! Así que me he propuesto conocer un poco a esta autora británica a través de esta nouvelle  que reescribió una y otra vez. Quiero saber qué la hacía tan importante para ella y hasta qué punto, escritura tras escritura, dejó su alma en ella.



Giulia Alberico es otra desconocida, pero sólo el título de su breve novela atrajo mi atención. ¿Tímidos, los libros, que se abren a cualquiera que les toque?  Luego, al leer la contraportada terminó de cautivarme: un libro sobre libros, otro más para mi colección. Eché a un lado las comparaciones con otras obras, que por lo general detesto, y me apoderé del pequeño volumen, dispuesta a combatir la timidez que pueda tener. Estoy segura de que se va a abrir a mí. 

Fuentes: Los textos en cursiva, como siempre, están extraídos de las contraportadas de los libros. 

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Premios LIEBSTER AWARD 2013.

En estos días me he llevado la sorpresa de la nominación, por parte del blog ¿Qué estás leyendo?, en los premios LIEBSTER AWARD que se concede entre blogs de creación reciente o pocos seguidores para contribuir a su difusión. Agradezco a su autora que se haya fijado en mi pequeña colección de impresiones lectoras. Es emocionante ver que hay gente dispuesta a seguir mis desvaríos en la red.
Las bases del premio LIEBSTER AWARD son:
- Dar las gracias al blog que te ha nominado y nombrarlo.
- Hacerte seguidor del mismo.
- Responder a las 11 preguntas que te plantea.
- Conceder 11 nominaciones a otros 11 blogs.
- Informar a los 11 blogs de que les has nominado.
- Plantear 11 preguntas para que tus nominados respondan.
Desordenada como soy, una vez cumplidos los dos primeros puntos (no por ese orden) voy a pasar al cuarto y enumerar
Mis nominados al Liebster Award:
  1. Evadirse leyendo
  2. Libros desde cualquier rincón
  3. Entre mis libros
  4. Pienso… luego escribo
  5. Susurros de bibliotecas
  6. Cuentos de Nelly
  7. Juguetes del viento
  8. Leyendo entre nubes
  9. El mar de letras
  10. Listas de libros
  11. Cuentos en mi desván


Que tendrán que contestar a las siguientes preguntas:
  • -          ¿Por qué lees?
  • -          Te quita las ganas de leer…
  • -          ¿Cuál es tu libro perfecto?
  • -          ¿Reconocerías que no puedes aguantar a alguna de las “vacas sagradas” de la literatura?
  • -          ¿Y te avergüenza alguna de las lecturas que te han gustado?
  • -          ¿Los libros tienen banda sonora?
  • -          Si fueras un libro, serías…
  • -          ¿Qué te empuja a escribir sobre los libros?
  • -          Para recomendar un libro, lo que más valoras…
  • -          ¿Qué te gustaría que escribieran sobre ti?
  • -          ¿Tienes alguna meta marcada para tu blog?



Y, por último, contestaré a las que ¿Qué estás leyendo? me ha planteado a mí:

Mundos paralelos y planetas en colisión: las lecturas simultáneas

Últimamente he desarrollado la costumbre, empiezo a creer que poco sana, de leer varios libros a la vez. No es que antes no simultaneara lecturas de tanto en tanto, en especial si se trataba de aligerar una obra de densidad abrumadora con algo más liviano o insustancial. Alternar un ensayo sobre mitopoética, por ejemplo, con una antología de relatos policíacos que se puede ir intercalando para animar los capítulos más espesos. Disfrutar con desahogo, en el sillón, del pesado volumen que contiene la correspondencia de Jane Austen mientras, en el transporte público, me zambullo en una novela de ciencia ficción cuya edición de bolsillo me cabe en el bolso. Respirar entre vorágines de datos históricos y a veces sanguinarios con un soplo de poesía. Ese tipo de cosas. Nada que no hagamos todos de vez en cuando.

Otra cuestión es hacer malabares con los libros. No de forma literal, claro está; sólo me faltaba verme con tres o cuatro libros entre las manos (para empezar, no sé cómo los sujetaría) y lanzarlos al aire para empujarlos a volar como si las páginas fueran alas. Se estrellarían en el suelo con toda seguridad. Y odio hacerle daño a un libro. Sé que le oiría quejarse y el remordimiento no me dejaría dormir. Es más un tema de logística lectora o, sin paños calientes, organizarme mejor.

Quizá peco en ocasiones de optimismo, porque estoy acostumbrada a leer con cierta rapidez y se me olvida que no todos los libros conllevan el mismo ritmo o que no siempre tengo el mismo ánimo cuando me pongo con ellos. Ha habido relecturas que me han llevado el doble de tiempo que el primer contacto por detenerme más en los detalles, deleitarme en párrafos o capítulos enteros que me gustaron en especial o, simplemente, porque me pillan en días de ajetreo o de cansancio. Libros contra los que he tenido que pelearme para poder llegar al final. Otros que, a pesar de su extensión, te arrastraban a un ritmo vertiginoso hasta acabarlos mucho antes de lo previsto. No siempre se puede predecir la duración. En esos momentos la relatividad del tiempo te engulle, los libros se convierten en agujeros negros y te dejas llevar, sin mirar el reloj ni el calendario, hasta que la realidad te da un capirotazo en el cogote para sacarte de esa espiral de estrellas brillantes. A veces, algunas de esas lecturas tropiezan unas con otras en la misma línea temporal. Y entonces tu confianza estalla como una enana blanca. Oh, desastre.

Los cálculos han fallado. La órbita de las lecturas ha sufrido una variación y trescientas páginas ya no equivalen a tres días de transporte público. Sólo te queda prepararte para el impacto o arreglártelas para pilotar los libros en paralelo.  Allá vamos. Directos al hiperespacio. A la velocidad de la oscuridad.*

Ah, pues al final no ha sido para tanto. Lo que tomé por cataclismo se ha quedado en pequeño inconveniente no tan difícil de sobrellevar. Por esta vez. En la siguiente, quién sabe. No sería de extrañar que, en algún momento, Catherine Morland saliera disparada, en uno de sus alardes de imaginación, en una nave estelar como segundo de a bordo del Comandante Miles Vorkosigan, para pergeñar entre los dos mil y una intrigas conspiratorias con que entretener cada noche al sultán a cambio del caldero de la sabiduría de Cerridwen…


* Pratchett dixit: «No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando».

Notas de cata: Irène Némirovsky, Susanna Clarke, Wilkie Collins, Flann O'Brien, Eudora Welty, John Scalzi, Elizabeth Taylor.

En la variedad está el gusto, dicen, y la verdad es que este mes me han gustado todas las lecturas que escogido y que han sido de lo más variadas, desde una Inglaterra decimonónica llena de intrigas hasta un futuro interestelar no menos intrigante, pasando por el camino por diversos tiempos y países.


SUITE FRANCESA. Irène Némirovsky
Obra inconclusa pero lo bastante coherente para que la historia no resulte incompleta, refleja la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. La primera parte, coral, ofrece una visión de París en los momentos previos a la invasión y dibuja una colección de estratos sociales, caracteres y reacciones ante los acontecimientos con trazo firme y al tiempo delicado. La segunda, que transcurre en un pequeño pueblo ya durante la ocupación, pone al descubierto la cualidad humana de los alemanes en su convivencia con los reticentes franceses que, sin aceptarlos, los tratan cada día. Es una lástima que no pudiera ser acabada porque me hubiera gustado seguir leyéndola.

JONATHAN STRANGE Y EL SEÑOR NORRELL. Susanna Clarke
Situada en una Inglaterra de la Regencia donde la magia es algo más que una fantasía, esta novela es una de las mejores obras de fantasía de los últimos años. Con un estilo adecuado a la narrativa de la época, llena de personajes cuidadosamente definidos, el ritmo justo para cada pasaje y tan bien engranada que cada acontecimiento enlaza a la perfección con los demás, y todo lo que pasa tiene un motivo y un sentido, el resultado es redondo. Una maravilla para los paladares exquisitos.

Notas de cata: William Shakespeare, Okamoto Kido, John Mortimer, Pilar Adón, Ivan Klíma, Richard Ford, Terry Pratchett.


Mis últimas excursiones por los clásicos me han llevado un poco más atrás en el tiempo, esta vez, concretamente a la literatura isabelina. He de confesar que han sido las lecturas en grupo de Pratchett las que me han hecho volver a él, dadas las referencias que hay en algunos de los libros que he compartido últimamente. Otro mes muy productivo en lecturas, desde luego.


EL REY LEAR. William Shakespeare.
No había vuelto a leer esta tragedia histórica desde mi adolescencia, por lo que en cierto modo ha resultado nueva. Mi perspectiva actual ve caprichoso el genio del rey, transformado a momentos en poco más que un bufón, y a Cordelia como una comparsa cuya bondad resulta demasiado blanda. Sigo prefiriendo las comedias, sin duda alguna.

HANSHICHI.  Okamoto Kîdo
Curiosa colección de relatos policíacos decimonónicos de la cultura japonesa en los que el misterio se tiñe de tintes sobrenaturales. Desde nuestra perspectiva actual   –e incluso comparándolos con sus contemporáneos británicos de Sherlock Holmes– pueden resultar algo ingenuos, pero no dejan de ser entretenidos. Merece la pena leerlos y dar una vuelta por el Tokio del siglo XIX.
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