Leer es un vicio solitario que se puede compartir.

Tengo otros pero suenan menos adecuados.

Recién llegados: Mr. Gwyn, de Alessandro Baricco, y Dos historias nada decentes, de Alan Bennett


Mr. Gwyn. Alessandro Baricco.

Ed. Anagrama, 2012
Título original: Mr. Gwyn (2011)

Es una querencia irremediable. No puedo ver un libro sobre libros, librerías, lectores o escritores sin que me pique el gusanillo de la curiosidad y esta es una de esas veces en que no he podido resistirme. Una novela en la que el punto de partida es un escritor que decide dejar de escribir. ¿Es posible que quien tiene alma de escritor pueda romper con ella voluntaria y definitivamente? ¿Qué motivos pueden llevar a hacerlo? Aunque sólo fuera por intentar responderme a esas preguntas, tenía que leerlo. Luego, por añadidura, estaba el autor. Baricco me enamoró en Seda (como a millares de lectores, supongo), a pesar de lo cual no he vuelto a leer un libro suyo. No por falta de ganas, pues he visto varios títulos que me resultan apetecibles. Por alguna razón, sin embargo, siempre he ido relegándolos por detrás de otras lecturas que me surgían, caóticas casi siempre. Esta vez he procurado dejarlo en la parte de arriba del montón para no tardar en disfrutarlo.


Dos historias nada decentes. Alan Bennett
Ed. Anagrama, 2013.
Título original: Smut. Two Unseemly Stories (2011)

Autor virtualmente desconocido para mí (hasta ahora tan sólo he leído sobre él), será la primera obra suya que explore. Ojeé hace tiempo La dama de la camioneta y Una lectora nada común, pero no me tentaron lo suficiente como para salir de la librería con ellos. Curioso, dada mi atracción por el humor, la ironía y la sátira. Por eso en esta ocasión he decidido darme una oportunidad con Bennett y estos dos relatos. Confío en que de aquí salga, al menos, una agradable amistad.   

Punto de lectura: mansamente, en una ciudad francesa...


Este punto de lectura vino conmigo de uno de mis veranos por Francia, concretamente de un mercadillo de artesanía junto al Vieux Port de La Rochelle, ciudad marítima de la costa atlántica que no me canso de visitar. El placer de desayunar en una de las terracitas frente al puerto no tiene precio. 



A pesar de su estética naïf, viniendo de donde viene, no pude sino dejarlo marcando los versos de un poeta también francés. Probablemente es el poema más famoso de Verlaine:

Il pleut doucement en ville.
ARTHUR RIMBAUD
Il pleure dans mon coeur
Comme il pleut sur la ville;
Quelle est cette langueur
Qui pénètre mon coeur?

Ô bruit doux de la pluie
Par terre et sur les toits!
Pour un coeur qui s'ennuie,
Ô le chant de la pluie!

Il pleure sans raison
Dans ce coeur qui s'écoeure.
Quoi! nulle trahison?…
Ce deuil est sans raison.

C'est bien la pire peine
De ne savoir pourquoi,
Sans amour et sans haine,
Mon coeur a tant de peine!
*****
Llueve mansamente en la ciudad
ARTHUR RIMBAUD
Llora en mi corazón
como llueve en la ciudad;
¿qué languidez es ésa
que penetra en mi corazón?

¡Oh, ruido suave de la lluvia
en la tierra y en los tejados!
Para un corazón que se aburre
¡el canto de la lluvia!

Llora sin razón
en este corazón que se revuelve.
¡Qué! ¿Ninguna traición?…
Ese luto es sin razón.

¡Es pues la peor pena
no saber por qué,
sin amor y sin odio,
mi corazón siente tanta pena!

De “Romanzas sin palabras” (1875)

La traducción del poema es de Carmen Morales y Claude Dubois para la edición bilingüe de Nórdica Libros (2008), la cual me gusta mucho más que la de mi pequeño volumen de los Clásicos Universales Planeta (1992) aunque he mantenido el encabezamiento no tanto por capricho como porque la sonoridad del “mansamente” me resulta más evocadora. 

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...