Leer es un vicio solitario que se puede compartir.

Tengo otros pero suenan menos adecuados.

Notas de cata: John Steinbeck, Henry James, Milena Agus, Sam Savage, Eça de Queiroz, Penelope Fitzgerald, Pascal Quignard.

Otro mes con un balance positivo, porque han sido más los libros que me han gustado frente a los que me han decepcionado.
Este es el resultado de las catas:

A UN DIOS DESCONOCIDO. John Steinbeck
Una de las primeras obras de Steinbeck, extraña hasta cierto punto, de construcción aparentemente sencilla  y significado plural. Una historia sobre el amor a la tierra, el destino y las creencias que arrastra a lo largo de las páginas a un inquietante viaje por los recovecos de las complejidades humanas, altamente recomendable.


EL AMERICANO. Henry James
Espléndida muestra de la narrativa de James cuya acción gira en torno al americano que le da título, un self-made man que representa la modernidad enfrentado a la Europa aristocrática y tradicional del s. XIX. La conciencia de individualidad, de la importancia por sí mismo como hombre, choca con la mentalidad aferrada al pasado de una sociedad decadente que se niega a cambiar y da lugar a una historia de contrastes, de claroscuros, vibrante de principio a fin.

LA IMPERFECCIÓN DEL AMOR. Milena Agus
La sensación que me ha dejado es la de una pompa de jabón: un argumento que, a priori, parecía interesante terminó por deshacerse sin dejar ninguna huella en mí. Floja e insulsa, desperdicia buenas ideas con un desarrollo deficiente y unos personajes estereotípicos y faltos de consistencia, especialmente los masculinos, que llegan a parecer inexistentes.   

CRISTAL. Sam Savage
De abigarrada construcción y un entramado en apariencia caótico, esta novela explora el mundo interior de la viuda de un escritor a quien han propuesto escribir sobre la vida del fallecido. Es la vida de ella la que pasa ante nuestros ojos, llena de intensidad. Savage la retrata desde sus pensamientos y divagaciones con una agudeza de lo más brillante.

LOS MAIA. José Mª Eça de Queiroz
Fresco de la clase alta portuguesa de finales del siglo XIX, descrita con una habilidad demoledora que aúna pulso dramático con pinceladas de humor para colorear los escenarios en que transcurre la acción de forma muy vívida. Con una galería de personajes inteligentemente perfilados, la tensión subyace por debajo del costumbrismo irónico con que retrata el ambiente diletante y falsamente bohemio que lleva a la sonrisa a menudo. Es una novela a colocar en el estante de los grandes retratistas de la sociedad decimonónica, siempre a mano para poder disfrutarla otra vez.

LA LIBRERÍA. Penelope Fitzgerald

Precedida de excelentes críticas y finalista del prestigioso Booker Prize en 1978, ha defraudado las expectativas que tenía puestas en ella. La historia de una mujer que se empeña, contra viento y marea, en abrir una librería en un pueblo donde los cambios no son bienvenidos, podía haber sido grande y hermosa, un canto de amor a los libros, pero no lo es. De hecho, los libros y la lectura son los grandes ausentes en una historia en la que deberían ser los protagonistas. La calidad de la escritura, que la hay, no tiene nada que ver con la sensación de estafa que se me ha quedado.

LAS SOLIDARIDADES MISTERIOSAS. Pascal Quignard
Escrito con una prosa dotada de una expresividad que se me antojaba sinuosa, algo esquiva a veces, me hizo pasar de la perplejidad a un placer asombrado a medida que iba leyendo. Para presentarlos a una protagonista clara, Quignard se vale de varias voces y perspectivas combinadas, a veces incluso un poco confusas por su falta de linealidad, para cuajar una historia llena de luces y sombras, conmovedora por la mesura con la que modula los sentimientos.

5 comentarios:

  1. Como a ti, el de Milena Agus me decepcionó.
    Las solidaridades misteriosas lo tengo pendiente, a ver cuándo le hago un hueco ;)
    Besitos! (Giada).

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  2. Lástima de estas desilusiones. A cambio tenemos muchas otras lecturas satisfactorias.
    Ya te conozco ;) Un beso.

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  3. Permanganato de potasio30 de marzo de 2013, 18:02

    No entiendo por qué el título de una obra literaria debe ser por añadidura su propio significante y no un mero hilo conductor adónde van a parar todas las cuitas de la historia. No creo que la sinopsis que Impedimenta ofrece sobre "La librería" deje entrever una oda meliflua sobre el oficio de expender libros, sino una vivisección sociológica sobre los vericuetos de introducir expresiones y temáticas modernas en ambientes tan trasnochados y deprimidos como la costa del condado de Suffolk.

    Es curioso observar cómo gran parte de la blogosfera dedicada a la crítica literaria se empeña en exponer remiendos baratos de las obras que no les han convencido dejándose llevar por una contraportada mal entendida y la vacua pretensión de contradecir de manera omnímoda el sentido único e inextinguible que la autora o autor aportan; por tanto no es legítimo opinar sobre el rastro inexistente de lo que anhelaba en dicha lectura, sino del texto fehaciente; corriente y moliente.

    Conste en acta que trátase de una metacrítica aislada sobre un comportamiento menesteroso muy extendido entre toda la turba de lectores-escribientes ociosos, no un ataque personal. Es más, aprecio su desinteresada labor.

    Saludos,

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    Respuestas
    1. Gracias por compartir con el vulgo tu sapiencia, Permanganato.
      Un saludo.

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    2. Permanganato de potasio11 de abril de 2013, 0:28

      No hay de qué, salado/a.

      Saludos.

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