Vagabundeaba sin rumbo, incapaz de combatir
el hastío que tantas veces lo acosaba, como si nada le importara fuera de ese
mero deambular. De tanto en tanto, se detenía en algún rincón que se le
antojara menos sombrío, iniciaba tímidos escarceos que se frenaban tras el
primer acercamiento, retomaba el errático paseo. Hasta que la vio en la entrada
de aquel portal desconocido. Fue como un destello en el rabillo del ojo. Una
sombra más entre el montón y, de repente, cobraba forma independiente
destacando sobre el fondo plano.
Promisoria en su apariencia, lo atrajo sin
remedio. Al aproximarse le pareció aún más intrigante. Sintió latir los
primeros pulsos de la excitación. En una sola mirada, comprendió que estaba
hecha para su placer; tenía que ser suya. Una sonrisa sesgada despuntó en la
comisura de sus labios mientras avanzaba hacia ella.
El ataque sobrevino de pronto, sin que
pudiera hacer nada por evitarlo. Cayó sobre ella veloz y letal, como el hachazo
de un verdugo, destrozándola en un momento, y él se quedó paralizado ante la
carnicería.
¾No me dejes ir¾ le pareció que murmuraba
todavía.
El lector vaciló. La lectura yacía moribunda
frente a él, sangraba palabras por cada herida, se desmenuzaba poco a poco
mientras él se limitaba a contemplarla con impotencia. Y a su lado se erguía la
reseña, llena de un orgullo teñido de ingenuidad pues, en su sonrisa, en vez
del desafío que esperaba, algo hacía pensar que no era del todo consciente de
lo que había hecho.
Finalmente el lector dio media vuelta y se
alejó cabizbajo, en busca de alguna lectura intacta.
Extracto del “Diario de las Letras Impuras”, sección “Acontecimientos de la rue”:
Extracto del “Diario de las Letras Impuras”, sección “Acontecimientos de la rue”:
“¡Un destripador
anda suelto!
Anoche, otra
lectura fue cruelmente degollada y echada a perder ante los ojos aterrados de
un potencial lector. ‘Han matado a mi lectura’, declaró éste al ser interrogado
durante la investigación de los hechos. ‘He perdido mi oportunidad’. Con éste
ya son varios los crímenes cometidos contra los libros sin leer, en estos
últimos días, por lo que parece obvio suponer que se trata de uno o varios
asesinos en serie.
Aconsejamos, por
tanto, a nuestros clientes evitar las zonas umbrías o, al menos, salir
corriendo a la menor señal amenazadora.”
Este pequeño atentado contra el relato policial viene a colación de una presunta reseña que encontré hace un par de días en internet, hiperespacio multidimensional donde los haya en el que todo cabe, desde pequeños planetas que respiran vida hasta meteoritos desatinados que te aplastan a traición. Fue uno de estos el que impactó contra mí con tal fuerza que estuvo a punto de hacerme saltar las lágrimas. Entraba en la órbita de una página sobre libros, intrigada, cuando el título de uno me llamó la atención. Supongamos que fuera “El cultivador de historias”, por decir algo. Debajo de la imagen de la portada, de un simpático estilo naïf, el creador de la página reseñaba la novela y, hambrienta de novedades, comencé a leer lo que, esperaba, me daría una impresión general de la novela.
“El protagonista,
un hombre de cuarenta y tantos años que vive solo porque su novia de toda la
vida lo abandonó porque él no parecía decidido a casarse y formar una familia,
como a ella le hubiera gustado, trabaja en la biblioteca de un pequeño pueblo
de la Inglaterra rural de los años 80 y está obsesionado con los libros pues,
incluso en su tiempo libre, no se dedica a otra cosa que leer y catalogar sus
libros y sueña con escribir una novela inolvidable, pero nunca se termina de
poner a ello.”
Aquí no tuve más remedio que detenerme a
respirar, aunque no estaba leyendo en alto. Era prodigiosa la capacidad de
descripción de toda una premisa de una historia en una sola frase. Lástima que
resultara tan larga. Entonces, pobre incauta, continué leyendo con la esperanza
de encontrar alguna opinión del entusiasta comentarista que me conmoviera.
“Me decepcionó
descubrir que, aunque me gustaría que al final hubiera escrito su novela y
fuera un gran éxito, acaba siendo un fracasado igual que al principio.” ¾¡¡¡Aaaaarrrrrrrggggg!!!¾ “Y la chica a la que ayuda a huir después de haber robado la
recaudación de la caja del supermercado en el que trabajaba, por rencor a su
jefe que la había dejado embarazada, termina suicidándose en vez de enamorarse
de él.” ¾¡Maldición!¾ “Si él hubiera escrito su novela sobre eso, habría sido un final muy
original. Un libro sobre un hombre que escribe un libro. La última escena, en
la que él se levanta como todos los días para ir a trabajar a la biblioteca, en
medio de la lluvia, es tristísima.” ¾Oh, qué portento de síntesis
homicida¾. “Está muy bien escrita. Hay muchas
referencias literarias a muchos otros libros de varios autores y, como está
llena de notas a pie de página, no te pierdes ninguna.” (Perdona, ¿decías
algo?) “En resumen: te recomiendo leerlo.”
¾Eeeeh, en otro momento, si
acaso, preferiblemente después de un golpe en la cabeza que me haga perder la
memoria¾.
Este no es un caso aislado. Por el contrario,
la infamia se generaliza hasta cotas espeluznantes por mor de una generosidad
lectora mal entendida. Algunos no reseñan los libros: les practican una
vivisección. He leído reseñas que, como la anterior, parecían perpetradas con
alevosía. Hay algo equivocado en una técnica de captación del interés basada en
describir los entresijos de la historia y no precisamente a grandes rasgos.
La lectura es un acto sensual y presentar un
libro tiene que despertar las sensaciones, no hacerlas tambalear. Lección de
erotismo lector: en el reclamo, resulta más sugerente quien oculta y promete a
quien todo lo enseña. Un poco de misterio siempre nos atrae.
Conviene
dejar los análisis para las clases y los grupos de lectura: si intentas
escribir una reseña, no puedes hacer un resumen del argumento que destripe la
historia como quien eviscera un pato. “Idea general” y “sinopsis” son
absolutamente opuestos a “con todo detalle”. Expláyate hablando del estilo, si
quieres; del ritmo, de la expresividad del lenguaje o de la épica de la historia…
Opina, cuenta tus impresiones y ofrece una visión general, pero descarta
describir la lectura con pelos y señales o te convertirás en otro asesino
infame e infamante.
Qué bueno, cuánta razón tienes... No se dan cuenta de que con tantos detalles consiguen el efecto contrario, es decir, saturarte y quitarte las ganas de leer el libro, es mejor dejar la puerta abierta a la imaginagición.
ResponderEliminarY que lo diga yo precisamente... jjajjaaja